27 de julio de 2010

Fortalecernos ante el desaliento

Texto Bíblico:
1Samuel 30,1-8: “David llegó a Siclag con sus hombres dos días después. Ahora bien, los amalecitas habían hecho una incursión por el Negueb hasta Siclag, se habían apoderado del pueblo y lo habían incendiado. También habían capturado a las mujeres y a todos los que se encontraban allí, pequeños y grandes, pero sin matar a nadie; y se habían vuelto por donde habían venido llevándose a todo el mundo. Cuando David y sus compañeros llegaron al pueblo, lo encontraron incendiado, y vieron que sus mujeres, hijos e hijas habían sido llevados cautivos. David y el pueblo que lo acompañaba se pusieron a gritar y a llorar hasta que quedaron sin aliento para llorar. Las dos mujeres de David, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl, mujer de Nabal de Carmel, también habían sido llevadas cautivas.
David se vio en un gran apuro porque su gente hablaba de apedrearlo, pues tan grande era la desesperación de cada uno por sus hijos e hijas”. Pero David recuperó su confianza en Yavé su Dios. Dijo al sacerdote Ebiatar, hijo de Ajimelec: «Tráeme el efod». Ebiatar trajo el efod a David. David consultó a Yavé: «Tengo que perseguir a esa banda? ¿La alcanzaré?» La respuesta fue: «Persíguelos, los alcanzarás y librarás a los cautivos»”.


Cuando Abraham Lincoln ejercía la abogacía llegó en una oportunidad a desanimarse y dijo: “Me siento el hombre más miserable del mundo”. La gente grande, y también la gente común, llega a sentirse desalentada y abatida. La Biblia nos muestra a personajes como Juan el Bautista, Elías, Simón Pedro y otros que enfrentaron días de depresión. Los psiquiatras dicen que la enfermedad predominante de nuestros días es la depresión. Una persona de cada diez agoniza en las profundidades de la desesperación. Veinticinco por ciento sufre de depresión moderada.
Examinemos a la luz de las sagradas escrituras, este problema del desaliento y la depresión.
A.- PODEMOS DESCUBRIR LAS RAZONES PARA EL DESALIENTO:
1.- Una fe débil permite que ocurra el desaliento. 1Samuel 27,1a dice: “Sin embargo, David pensó: Un día de estos Saúl me va a matar…” El temblaba y admitía que le faltaba confianza. Dios había cuidado de él antes. Un león y un oso se habían convertido en sus trofeos. Hasta Goliat había caído a los pies de David. Se hizo más viejo, más sabio y más poderoso, sin embargo, se cuestionaba si Dios podría salvarlo de Saúl.

2.- Los problemas nos atacan y pueden debilitar nuestra fe. Pero, ¿no está Dios todavía con nosotros? El nos ha dado a Jesús... las Escrituras... al Espíritu Santo... y la iglesia. Y con todo, la fe a menudo parece muy frágil. En tiempos así, cuando nuestra fe se debilita, es que nos abatimos.
3.- Vivir con la compañía equivocada abre la puerta al desaliento. David enfrentó a Saúl diciendo: “Es mejor que me refugie entre los filisteos. Así dejará Saúl de buscarme en todo el territorio de Israel y yo me escaparé de sus manos”, (1 Samuel 27,1b).
Los filisteos eran enemigos de Dios, ¡y también de David! Sin embargo, él vivió entre ellos por muchos meses. La estrategia que David usó es peligrosa. Nos susurra: ¡Deja la iglesia! ¡Vuélvete mundano! ¿Y luego qué sucede? El resultado probable es el desaliento o la depresión. Tenemos muchos católicos cristianos dentro de la iglesia que padecen de desaliento porque han huido al campamento de los filisteos. El campamento enemigo no es lugar para el pueblo de Dios.

4.- Una gran pérdida o retroceso producen desaliento. Mientras David vivía entre los filisteos decidió atacar otra fuerza enemiga cercana. Mientras estaba fuera los amalecitas atacaron su campamento y se llevaron a los familiares de David y de sus hombres. El campamento de David fue quemado y él sufrió una gran pérdida.

5.- El desaliento nos ataca cuando perdemos lo que llamamos nuestro. Problemas financieros, separación familiar, muerte y la pérdida de la salud hacen que la gente se sienta desalentada. Las inundaciones barren las tierras agrícolas y destruyen las ciudades. El fuego devora lo que tenemos y la depresión nos sobreviene.


6.- La crítica trae desaliento. Los soldados de David empezaron a criticarlo cuando perdieron sus familias y sus bienes. Culparon a David por lo que el enemigo había hecho. Quisieron apedrearlo y David se angustió mucho (1 Samuel 30,6a). Una manera rápida de desalentar a otro es criticándolo. Vuélvase quisquilloso... encuentre faltas... quéjese... sea negativo... enójese…. Señale las faltas de los demás, ¡y entonces se hundirán!

Un famoso humorista americano, se casó con una mujer creyente muy entregada a Dios. El empezó a criticar la fe de su esposa, su Biblia, su iglesia. Los años pasaron. La esposa enfermó gravemente. Durante su fatal enfermedad, este hombre le dijo: Querida, ten fe. Confía en el Señor. ¡Cree! Ella le contestó, No puedo. ¡Hace mucho que destruiste mi fe!
Seamos cuidadosos en la manera de tratar a los hermanos en la fe, a nuestras familias y a nuestros vecinos.

B.- PODEMOS DESCUBRIR UN REMEDIO PARA EL DESALIENTO:

1.- La fe en Dios es la piedra fundamental para la recuperación.1 Samuel 30,6b dice: “Pero David recuperó su confianza en Yavé su Dios”. Piense en la grandeza de Dios. En su gran amor, en su bondad, en su poder, en sus bendiciones. Pidámosle que renueve nuestra fe y nuestra confianza en él.

2.- También debemos de usar el recurso de la oración. 1 Samuel 30, 7-8 dice que David le pidió a Ebiatar que trajera el efod. Esa vestimenta como chaleco era usado por los sacerdotes cuando oraban. David consultó a Yahvé. Nosotros también podemos. Si tenemos problemas y estamos desalentados debemos probar el sendero de la oración. Muchas personas han sido alentadas y dirigidas al camino de regreso por la oración. Como David necesitamos orar si queremos la victoria sobre la desesperación y el desaliento.

CONCLUSION: ¡La recuperación espiritual esta en camino! Tomémosla y alabemos al Señor juntos. Puesto que Dios es triunfante y en Él todo lo podemos. Tenemos un camino para salir de la depresión y del desaliento, la confianza plena en el Dios que nos ama.


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LO QUE TODO CRISTIANO DEBE SABER Y VIVIR:

1. DIOS TE AMA, con un amor profundo, de una manera
personal e incondicional y quiere lo mejor para ti.
2. ERES PECADOR, y ese pecado te aleja de Dios
y te impide experimentar su amor.
Reconoce humildemente tu pecado y arrepiéntete.
3. JESÚS ES TU ÚNICO SALVADOR, por amor a ti murió
en la cruz y pago tu deuda. Él te salva, te perdona y te hace
libre y hoy te ofrece una vida nueva.
4. ACEPTA LA SALVACIÓN QUE TE OFRECE CRISTO,
cree y conviértete. Jesús ganó una vida para ti, por eso
recíbela creyendo y volviéndote a Él.
5. LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO ES PARA TI,
la salvación de Jesús se hace presente por medio de su
Espíritu. Entonces pide y recibe el don del Espíritu Santo, y
ábrete a su acción amorosa e inicia con su gracia la nueva
vida en el Espíritu.
6. JESÚS ESTÁ EN TU COMUNIDAD, no basta nacer de
nuevo, hay que crecer en la vida nueva. Necesitas por ello
integrarte a una comunidad cristiana que alimente tu fe. Por
ello persevera en tu grupo de oración o comunidad.
Jesús ama profundamente a su Iglesia
y a ti dentro de ella.
Comparte tu vida entera en Comunidad con tus hermanos en Cristo.
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Tú que has encontrado a Cristo en esta nuestra Santa Iglesia Católica y has hallado en ella el camino de salvación y de libertad, conócela bien, ámala, sírvela, se fiel, identifícate con ella y contribuye a mejorarla con tu oración y con tu aporte.

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